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domingo, 24 de abril de 2011

Mas contrastes: Investigación y empresa

Hoy nuevamente en la prensa ha tocado otro día de contrastes. No sé si será la proximidad de las elecciones, pero la sensación de pesimismo y de caída libre nos envuelve a todos.

Hoy le ha tocado a nuestra Comunidad Autónoma (Asturias), siguiendo un paralelismo con lo que ha ocurrido semanas atrás con nuestra universidad. La euforia, el optimismo y la esperanza de hace bien poco, se han tornado en pesimismo y falta de proyecto de futuro.

Parece que los de siempre, siguen  dando vueltas a lo de siempre. Nuevamente hoy el editorial de la prensa regional (LNE) rezuma pesimismo (enlace), lo dicho, no sé si será la proximidad de las elecciones o el constatar la cruda realidad, pero leer algunas cosas resulta sorprendente:  

“La región fue capaz de sobreponerse a la demolición de los castilletes mineros y los viejos hornos altos, al desmantelamiento del sector naval y al cierre de tantas explotaciones agrícolas y ganaderas”

Yo no estoy muy seguro de esto y, precisamente, aquí reside nuestra fuente de problemas, hemos desaprovechado los ingentes recursos recibidos y ahora no tenemos nada y nos enfrentamos a la cruda realidad (¿no sé porque veo también un paralelismo en todo esto?).


La propia editorial muestra crudamente  la situación en la que nos encontramos y se hace eco del problema. El paralelismo de nuestra Asturias con nuestra universidad es tristemente constatable.

Nuevamente el texto de la editorial  repite la ya manida coletilla de cambiar la estructura productiva:

“Tan vigorosa recuperación fue posible gracias al esfuerzo de los asturianos, pero también a la privatización de la poderosa aunque poco eficiente industria estatal en la región y a la ingente ayuda procedente de la solidaridad española y europea, dos muletas que ya no estarán disponibles para la próxima remontada. Sin embargo, ni siquiera en esa década prodigiosa coincidente con el período de mayor prosperidad Asturias consiguió abandonar los puestos de cola del crecimiento nacional. Ganó competitividad, pero no logró reactivar su demografía, cambiar su estructura productiva ni mucho menos alentar la iniciativa empresarial”

Uno ya se cansa de escuchar siempre lo mismo, incluso de los que tienen en sus manos la posibilidad (no la capacidad) de cambiar las cosas. Yo creo que, por desgracia, seguimos aferrados a los de siempre hundiéndonos  lentamente en el lecho marino, que acabará por ahogarnos.

Como universitario, uno no puede dejar de pensar el papel que debiera de jugar la universidad en toda esta estrategia fundamental, e incluso uno llega a leer sorprendentes declaraciones, como las  de Sr Fernando Briones del Instituto de Microelectrónica del CSIC, también en la prensa de hoy (enlace):

“Estamos absolutamente equivocados cuando hablamos de innovación. Cuando viajas por el mundo, te das cuenta de que nadie conoce la naturaleza de este término, es una invención española, y por cierto bastante desafortunada. Tanto que está arruinando nuestra economía”

 Todo esto a mi me resulta paradójico y me deja perplejo.

Los “investigadores” han creído encontrar en la “i pequeñita” su tabla de salvación, y empiezan a darse cuenta del fracaso de otra ocurrencia típica y totalmente española. En otras partes lo que funciona simplemente es  el auténtico R&D, es decir la investigación y el desarrollo aplicados de verdad a la generación de riqueza. ¿Por qué nos empeñamos en inventar lo que ya esta inventado?

Parece que a nuestros gestores les resulta un poco complicado compatibilizar todos los factores con sus propios intereses personales.

Nuestros  investigadores oficiales no comprenden como las empresas no están volcadas en financiar sus investigaciones de excelencia (entiéndase como productora de publicaciones internacionales de alto índice de impacto o surgida de una investigación subvencionada, curiosamente denominada competitiva, pero financiada con fondos públicos).

Por otro lado están nuestros dirigentes, centrados en organizar una economía subvencionada y burocrática y en orientar la investigación lejos de la empresa y  de lo que ellos mismos predican.

Véase por ejemplo el nuevo programa: “Centros y Unidades de Excelencia Severo Ochoa” del Ministerio de Ciencia e Innovación, que pretende dotar a diez centros/unidades de excelencia de una subvención económica fija de 4 millones de euros (1 millón por año durante 4 años).

La información de esta convocatoria está en el BOE Nº 90 (viernes 15 de abril de 2011, páginas 39365  hasta 39391), donde se puede leer uno de los requisitos esenciales para poder optar a una de estas diez plazas de privilegio:

“Disponer de, al menos, diez doctores vinculados estatutaria o laboralmente a la entidad beneficiaria que hayan sido en los últimos cinco años investigadores principales de proyectos de investigación competitiva. Cada uno de ellos deberá tener una producción científica cuyo factor de impacto normalizado sea superior al menos en un cincuenta por ciento a la media mundial en sus respectivas áreas de especialización científica. Para su medición se utilizarán bases de datos y criterios reconocidos internacionalmente”

La cuestión está bastante clara, como trabajadores de esta nuestra “empresa”, debemos de seguir las directrices de la misma y están bien claras: Publicar en revistas de alto índice de impacto y dirigir muchos proyectos de investigación subvencionados (perdón, competitivos).

No he conseguido encontrar en ningún sitio que se valoren los contratos de transferencia de tecnología con empresa, ni los productos comercializados, ni la creación de empresas, ni que puestos de relevancia ocupan los egresados que formamos, ni siquiera la mención a la palabra empresa o tejido productivo.

Aquí hasta el refranero popular se nos queda corto (“del dicho al hecho va un gran trecho”). Está bastante claro que las palabras van por un lado y los hechos, van muy, muy lejos y en sentido opuesto, por otro.

Por desgracia, los resultados hablan a las claras y las palabras del Sr Briones pueden resultar premonitorias, acabaremos por arruinar nuestra economía. En ello estamos.

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