Hay que señalar otra vez el divorcio existente entre la investigación/universidad y las necesidades de nuestras empresas.
La investigación tiene que ser útil para las empresas e, igualmente, investigar para las empresas tiene que ser útil y reconocido para la promoción del investigador.
La solución de nuestra crisis económica solo puede venir a través del empleo que cree la empresa privada y los impuestos que a continuación pagan empresas y trabajadores.
La investigación y la universidad está regida por funcionarios públicos que sólo se preocupan de su seguridad y progreso a base de publicar en revistas extranjeras, de alto índice de impacto, para enriquecer sus curriculum y, en el mejor de los casos, servir de base para que la industria extranjera desarrolle productos que luego nos venden.
Si no está clara la cadena de valor entre la investigación y la realidad económica española, no se debe de poner el dinero de los impuestos en ello, por muy elegante que sea eso de la I+D+i.
Vivimos en un dramático divorcio entre la investigación/universidad y las necesidades de nuestras empresas.
Nuestra desgracia como país es que la investigación es un fin en sí mismo y nuestra universidad es un claro exponente de ello.
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